Ingenio y avances científicos.

Luego vino el reinado de al Nasir li-din-Allah y entonces se sucedieron los beneficios y llegaron a Oriente libros de medicina y de todas las ciencias que despertaron el interés de las gentes.
Ibn Yulyul. Biografías de médicos

La ciencia médica alcanza su cenit en al-Andalus a través de Abu-l-Qasim al-Zahrawi, llamado en latín “Albucasis” y “Abulcasis”, cirujano que vivió en la Córdoba califal (936-1013) y autor de la primera gran enciclopedia: el Tasrif, un extenso tratado sobre farmacología, patología y cirugía.

Ilustración de utensilios de medicina

Utensilios de medicina

En su volumen XXX, Albucasis describió las principales técnicas e instrumentos quirúrgicos recomendables para cada intervención. La sala muestra una reproducción de un repertorio de utensilios diseñados por él, como como lancetas y catéteres empleados en las amputaciones, fístulas, hernias, trepanaciones o cauterios para aliviar gota, artritis o jaquecas.

La operación de cataratas (que en árabe se denominó ma’ o “agua” por creer que era un humor que se solidificaba en el iris) requirió de un miqdah, una lanceta de punta fina para abrir y una aguja ovalada con punta ovalada que hendía el cristalino.
La labor de Abulcasis no sólo se limitó a la tecnología quirúrgica para el tratamiento de pólipos, hemorroides o afecciones bucofaríngeas, sino que se atrevió a proponer una de las primeras descripciones de la hemofilia y la lepra constituyendo un legado científico primordial que traspasó fronteras. Incluso dio soluciones para la extracción dental, la sustitución e implante de nuevas piezas.
Aún en el siglo XVII, su obra seguía constituyendo la fuente primordial de enseñanza en facultades de medicinas europeas al aunar la tradición griega e india.

El deseo por explorar el territorio llevó a al-Idrisi, geógrafo del siglo XII, a aportar importantes y precisos conocimientos en cartografía no sin recopilar noticias de otros viajeros. El rey Roger II de Sicilia le encargó confeccionar un mapamundi llamado Tabula Rogeriana,  representando el el mundo en el siglo XII reticulado en diez meridianos y ocho paralelos que determinaban zonas climáticas.

Líneas onduladas figuran mares, ríos, ciudades y caminos, teniendo la particularidad de que el Norte se representa en la parte de abajo y el Sur arriba, siguiendo la tradición clásica de Ptolomeo.

Los andalusíes recogieron la tradición oriental y grecolatina en el arte de navegar, utilizando como instrumento básico la calamita, una especie de brújula o aguja imantada que servía para orientarse al colocarse sobre madera o corcho flotante en agua.
Determinar la posición de las estrellas y planetas requería de cálculos laboriosos a través de tablas astronómicas que ayudaban a averiguar latitudes y coordenadas. Para simplificar esta minuciosa tarea se creó el astrolabio esférico expuesto en una de las vitrinas de la sala. El artesano toledano Ibrahim Ibn Sahli realizó en el siglo XI uno de los primeros conocidos, conservado hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Llevaba láminas que calculaban las latitudes de la Meca, Jerusalén, Damasco, Córdoba, Granada y Toledo, e indicaba la posición de veinticuatro estrellas.

Oh, gentes de al- Andalus. Qué gozo el vuestro. Tenéis agua, sombra, ríos y árboles. El paraíso eterno está en vuestras moradas, y si hubiese de elegir, con éstas me quedaría.
Ibn Ja faya 

Varias maquetas reproducen activamente el desarrollo hidráulico en tierras andalusíes, sin olvidar la tradición nabatea y clásica.  La necesidad de obtener agua y fertilizar los territorios contribuyó a la creación de técnicas y sofisticados ingenios. Fueron reparados antiguos acueductos romanos como el de Valdepuentes, que abastecía de agua a Madinat al-Zahra, uno de cuyos tramos fue transformado en puente.
La localización de aguas subterráneas necesitó de los zahoríes, todavía hoy presentes en el medio rural y que facilitaban la labor a ingenieros y arquitectos en la apertura de pozos. Para incrementar el nivel se cavaban hasta cuatro próximos entre sí y a distinta profundidad (qanat). Un procedimiento transmitido por el agrónomo Ibn al-Awwán y que viene a reproducir una técnica extendida en Oriente.
A partir del siglo X, proliferaron en la geografía andalusí las norias hidráulicas o naura, cuyo significado en árabe, el de gruñir o gemir, aludía al sonido que emitían cuando estaban en movimiento en las orillas de ríos como los de Murcia, Toledo, Talavera o Córdoba. Las presas de derivación o azudas (as-sud) embalsaban las aguas fluviales reconduciéndolas hasta canales cuyas aguas movían los mecanismos de molinos y norias que regaban los huertos a través de acequias.
Aguas que debían llegar de manera equilibrada, sin desbordarse, y regar concienzudamente todos los puntos de cultivo. Para su nivelación se empleó el astrolabio y según nos describe Ibn al-Awwám, dos utensilios de madera unidos por un hilo con dos anillos de hierro, o dos tejas.